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"Es necesario abrir los ojos y percibir que las cosas buenas están dentro de nosotros,
donde los sentimientos no precisan de motivos ni los deseos de razón.
Lo importante es aprovechar el momento y aprender su duración,
pues la vida está en los ojos de quien sabe ver."

Gabriel García Márquez



Oyendo los corazones


Gran sabiduría es saber mirar la vida con ojos de ver, observar las cosas de manera diversa a la habitual, ir mas allá de las apariencias...
Nosotros no somos apenas huesos, músculos, tendones, uñas, cabellos, sangre. Somos todo eso y más; la esencia, el espíritu. Y esa esencia que nos hace estar enfermos o recuperar la salud de una enfermedad sin buenos pronósticos. No se puede imaginar la medicina sin remedios, bisturíes, equipos, pociones. Mas, la esencia no puede ser olvidada.


José era un talentoso cirujano oncológico. Después de algunos años comenzó a tener problemas. Mal conseguía levantarse de la cama todas las mañanas porque sabía que iría a oír las mismas quejas día tras día. De tanto oír hablar de dolores y asistir al sufrimiento, dejaba de importarle aquello.
¿Para qué todo eso si al final él no conseguía que muchos pacientes se recuperasen?.
Entonces una amiga le comentó que precisaba tener nuevos ojos. Lo importante no era cambiar de hospital o de actividad sino mirar el mismo escenario de forma diferente, y le sugirió que cada día durante 15 minutos rememorase los acontecimientos y se respondiese a si mismo: "¿Qué me sorprendió hoy? ¿qué me perturbó o me emocionó hoy? ¿qué me inspiró hoy?".
José quedó con duda, mas intentó. Tres días después la única respuesta que conseguía dar para las tres cuestiones era nada, nada, nada.
Su amiga le sugirió que mirase a las personas a su alrededor como si fuese un escritor, un periodista, o quién sabe, un poeta procurando historias.
Seis semanas después José se encontró con ella otra vez y le habló de sus experiencias. Estaba distinto, cambiado, sereno.
En los primeros días la única cosa que lo sorprendió había sido el tumor de algún paciente que disminuía o resumía pocos centímetros. Lo más inspirador era una droga nueva aún en experimentación a ser administrada a los pacientes.
Cierto día observando una mujer de apenas 38 años que había operado de un cáncer en el ovario todo cambió. Ella estaba muy debilitada por la quimioterapia. Sentada en una silla, tenía a su lado sus hijas de cuatro y seis años. Las dos pequeñas estaban acurrucadas a ella, felices y amadas. "¿Cómo ella hacía aquello?".
Se aproximó y le dijo que la consideraba una mujer maravillosa, una madre fuera de lo común. Aún después de todo lo que había pasado, observaba que había dentro de ella algo muy fuerte; una fuerza que la estaba curando.
A partir de ahi comenzó a preguntar a sus pacientes qué les daba fuerzas en su lucha contra la enfermedad. Las respuestas eran muy diversas. Lo importante es que descubrió que tenía interés en oír.
Si antes ya era un excelente cirujano, se dió cuenta de que ahora y sólamente ahora las personas le venían a agradecer por la cirugía. Algunos hasta le daban presentes. Cambió su relación con los enfermos. Contando todo esto a su amiga, retiró del bolso un estetoscopio con su nombre grabado y se lo mostró conmovido, diciéndole: "Presente de un paciente."
Cuando su amiga le preguntó qué iría a hacer con aquello, él sonrió y respondió:
- "Oír los corazones, Raquel. Oír los corazones."


Todas las vidas tienen un significado. Encontrar el sentido de las cosas no siempre es hacer algo diferente. A veces, es solamente observar lo cotidiano, la rutina de una forma diferente. La vida puede ser vista de varias maneras: con los ojos, con la mente, con la intuición. Mas la vida sólo es verdaderamente conocida por aquellos que hablan y oyen el lenguaje del corazón. ¿Acaso será eso hablar una misma lengua?.

«Los ojos son las ventanas del alma,
pero las mejores visiones las tenemos con el corazón»

(desconozco el autor)

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