La cobra y el sabio
En cierta aldea, había una vez una cobra cuya mordedura le había costado la vida a varias personas.
El dirigente de la comunidad se presentó ante un sabio y le expuso el problema:
-Esta situación no puede continuar; esa serpiente está matando a todos los aldeanos. ¿Podría usted hacer algo para ayudarnos?
El sabio accedió a ofrecerles auxilio y fue a visitar a la cobra.
-Mira, debes dejar de matar a esas personas –le dijo el sabio al reptil-. No tienes necesidad de hacerlo, y estás cometiendo actos erróneos. Déjalas en paz.
-Muy bien- asintió la cobra-; seguiré su consejo. Practicaré la no-violencia.
Después de transcurrido un año, el sabio pasaba de nuevo por la aldea y se preguntó qué habría sucedido con la cobra. Comenzó a buscarla, pero no la halló en su nido habitual. Finalmente, encontró a la desdichada criatura, cuyo largo cuerpo lacerado yacía tendido bajo el sol a punto de expirar.
-Pero ¿qué te ha ocurrido? – preguntó el sabio.
-Señor Sabio- respondió el reptil-, éste es el resultado de seguir sus enseñanzas acerca de practicar la no-violencia. Mire lo que los aldeanos me han hecho. Yo permanezco aquí, tranquila; pero debido a que ellos no tienen motivo para temerme, ¡vienen y me apedrean!
-No comprendiste- replicó el sabio-.
Te aconsejé que no mordieras, ¡pero nunca te dije que no silbaras!
En cierta aldea, había una vez una cobra cuya mordedura le había costado la vida a varias personas.
El dirigente de la comunidad se presentó ante un sabio y le expuso el problema:
-Esta situación no puede continuar; esa serpiente está matando a todos los aldeanos. ¿Podría usted hacer algo para ayudarnos?
El sabio accedió a ofrecerles auxilio y fue a visitar a la cobra.
-Mira, debes dejar de matar a esas personas –le dijo el sabio al reptil-. No tienes necesidad de hacerlo, y estás cometiendo actos erróneos. Déjalas en paz.
-Muy bien- asintió la cobra-; seguiré su consejo. Practicaré la no-violencia.
Después de transcurrido un año, el sabio pasaba de nuevo por la aldea y se preguntó qué habría sucedido con la cobra. Comenzó a buscarla, pero no la halló en su nido habitual. Finalmente, encontró a la desdichada criatura, cuyo largo cuerpo lacerado yacía tendido bajo el sol a punto de expirar.
-Pero ¿qué te ha ocurrido? – preguntó el sabio.
-Señor Sabio- respondió el reptil-, éste es el resultado de seguir sus enseñanzas acerca de practicar la no-violencia. Mire lo que los aldeanos me han hecho. Yo permanezco aquí, tranquila; pero debido a que ellos no tienen motivo para temerme, ¡vienen y me apedrean!
-No comprendiste- replicó el sabio-.
Te aconsejé que no mordieras, ¡pero nunca te dije que no silbaras!
(desconozco el autor)
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