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El amor mueve montañas de arena

Por un paraje solitario caminaba un día el rey Salomón, cuando encontró un hormiguero. Al punto acudieron por miles las hormigas a saludarlo. Sólo una lo ignoró, ocupada en transportar, grano a grano, el enorme montículo de arena que había ante ella. Mandó llamarla el rey Salomón y le dijo:

¡Oh, pequeña hormiga, aunque tuvieras las longevidad de Noé y la paciencia de Job, nunca conseguirías, hacer desaparecer esta montaña de arena!

¡Oh, gran rey - respondió la hormiga - no repares en mi tamaño, sino en la intensidad de mi ardor. Tras este montículo espera mi amada, y nada podrá impedir que lo desplace, y si perdiera la vida en mi empeño, al menos moriría en la esperanza de reunirme con ella!

Y de esta manera, una simple hormiga le enseñó al rey Salomón lo que es la fuerza del amor...


(desconozco el autor)

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